Aunque se encuentra situada fuera del viejo recinto amurallado, cuenta en uno de sus márgenes con los restos de una de las construcciones más antiguas de la ciudad, el semidesaparecido convento de Santo Domingo, fundado en torno al año 1282.
De este convento únicamente se conservan a día de hoy los restos de la cabecera y de uno de los muros de cierre de la iglesia, elementos levantados como una ampliación del edificio original hacia 1383 y reformados posteriormente durante el siglo XV. Tras varios siglos de vida fue clausurado el 8 de diciembre de 1836 y transferido al Concello para su utilización como asilo desde mayo de 1840. Debido a que su estado era ya muy precario, algunas partes fueron derribadas aprovechándose la piedra para la pavimentación de diversas calles. Posteriormente el edificio fue empleado como cárcel de mujeres, hospicio y escuela infantil, alcanzando un estado totalmente ruinoso que condujo al derribo de una capilla en 1864 y de la parte superior de la torre sureste entre 1869 y 1870.
El 12 de marzo de 1874 el Concello solicita la demolición de los restos para ampliar el espacio dedicado al campo de la feria, alcanzándose finalmente un acuerdo para su derribo total en 1880. Sin embargo, la actuación de diversas personalidades sumada al apoyo popular logran evitarlo. Seis años más tarde volvería a tratarse el tema de su derribo obteniéndose idéntico resultado.
Finalmente, ya con los restos fuera de peligro, las ruinas son declaradas Monumento Nacional en el año 1895 y actualmente, tras diversas obras de restauración y acondicionamiento, albergan uno de los edificios del Museo Provincial.
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Tarjeta postal EJG París-Irún, 1903 |
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4 de febrero de 2020 |
Las imágenes tomadas desde la confluencia con la calle
Marquesa nos muestran una calma similar pese a los 90 años de diferencia entre ellas, y que la mayor parte de las viviendas del margen derecho siguen intactas aunque mayormente rehabilitadas o en proceso.
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Heliotipia de Kallmeyer y Gautier, 1924 |
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8 de noviembre de 2020 |
A mediados del siglo pasado empezaba a atisbarse el fin de una calma recuperada hace pocos años, en una calle que a finales del siglo XX contaba casi con las mismas estrechas aceras que en 1905 mientras el resto lo ocupaban los coches en tránsito, aparcados y en doble fila.
Por eso para ir un minuto a la papelería Montes te acercabas en el coche, malo sería no tener sitio en la puerta. Parabas plácidamente junto a la fucking door, en plan líder de la manada doblefilera, sin contar con que el líder es el más fácil de enganchar por la grúa. Inmediatamente alguien te decía: "si tienes el coche en la puerta te lo están enganchando los munipas". La cagamos. Salías y te cascaban una multa que te temblaban las orejas mientras los otros diez coches detrás tuya salían impunes. Qué bonitos recuerdos...
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Diario de Pontevedra, 1965 |
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8 de noviembre de 2020 |
La mayoría de los alcaldes debieran estar, por el resto de sus vidas, en prisión, por maltrato a una ciudad, que enamora, como es la ciudad de Pontevedra...
ResponderEliminar¡Ah...! Una pregunta, al propietario de esta página: ¿Alguien de la calle de Charino, le ha hecho alguna trastada...?