Con el derribo de la muralla medieval se comenzó a diseñar la expansión del núcleo urbano hacia terrenos de extramuros, siendo uno de los primeros hitos la construcción del nuevo edificio del Concello, inaugurado en 1880, con su fachada principal orientada hacia el exterior del que fuera el antiguo recinto amurallado. Esta obra del arquitecto municipal Alejandro Sesmero, formó parte de un ambicioso plan que incluyó la realización de una gran alameda flanqueada por dos viales paralelos, la
Gran Vía de Montero Ríos y la propia calle Alameda.
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Desconocido, ca.1895 |
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20 de noviembre de 2021 |
Fue trazada, por tanto, a finales del siglo XIX como una avenida de servicio paralela a la alameda, y en sus márgenes se plantaron sendas hileras de árboles que le confirieron durante años el aspecto de galería verde, algo que a día de hoy ha desaparecido por completo. Basta para comprobarlo echar un vistazo a estas comparativas, donde la única referencia válida es la balaustrada y escalinatas que se aprecian en la zona centro-izquierda de las fotografías.
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Joaquín Pintos, ca.1911 |
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1 de agosto de 2021 |
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Fototipia Thomas, ca.1915 |
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4 de febrero de 2020 |
A tener en cuenta que, desde su apertura y hasta bien avanzado el siglo XX, la calle Alameda era conocida como Echegaray. Esto a veces induce a error al situar imágenes antiguas de la zona.
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Desconocido, ca.1920 |
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13 de noviembre de 2021 |
Un lluvioso día de agosto se tomó esta otra imagen en el cruce con la calle
Echegaray, desde la entrada del ambulatorio situado en la calle
Maestranza (anteriormente División Azul).
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Diario de Pontevedra, 27 de agosto de 1965 |
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28 de junio de 2020 |
A principios de los años setenta algo arrancó de cuajo una de las farolas de la calle. El causante: desconocido. Inquietante y, por qué no decirlo, estremecedor.
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Diario de Pontevedra, 1973 |
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13 de febrero de 2021 |
Y cómo no, la década de los setenta no sería la misma sin esas muestras de orgullo por el levantamiento de altas torres en el centro de las ciudades, como demuestra esta postal de la época mostrando el imponente edificio de los funcionarios de la Diputación Provincial, hoy más conocido como "el de Adeslas", por el gran cartel publicitario situado en su cumbre, visible desde lontananza.
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Desconocido, ca.1975 |
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16 de enero de 2021 |
ALAMEDA DE PONTEVEDRA
ResponderEliminarVolveré a pasear por tu alameda.
Volveré a aspirar el suave aroma,
todo parecerá igual que antes
pero todo será otra cosa, será ahora.
Sentiré bajo mis pies la misma tierra.
Miraré los olmos verdecidos.
Oiré el bullicio, que lejano,
me recuerde la alegría que ha sido.
Me sentaré a fumar sobre tus bancos,
será la piedra que siempre he conocido.
Se parará el tiempo en un momento,
me sentiré feliz y protegido
¿Cómo olvidar las tardes luminosas,
cómo dejar de sentir la mansa lluvia,
cómo podría dejar de sentir mío
lo que me hizo tan dichoso y tan querido?
Recorreré de nuevo tus paseos,
sereno y despacio, absorbiendo
las sensaciones todas que me inspiran
las emociones profundas de una vida.
Caminarán conmigo mis amigos,
convocaré también a los perdidos,
a los que ya recuerdo y polvo son,
a los que tanto quiero y he querido.
Dejadme ver atardecer y mansamente
al sol recogerse con sigilo.
Dejadme sentirme enamorado,
dejad que el amor vaya conmigo.
Me quedaré inmóvil y sereno,
me quedaré en el tiempo suspendido,
será apenas un instante,
un momento intangible pero mío.
Después, me alejaré para seguir
caminando y desandando el camino.
Quizás no vuelva nunca a tu alameda,
no importa, pues ella va conmigo.
Tengo tanto de ella allí vivido.
Tiene tanto de mí y de mis amigos,
que separar lo uno de lo otro,
imposible separar lo otro de lo uno.
Hasta siempre espacio de mis sueños.
Hasta siempre mi encontrada Ítaca.
Resérvame un pedazo de tu suelo,
en él reposaré cuando haya sido.
ALAMEDA DE PONTEVEDRA
ResponderEliminarVolveré a pasear por tu alameda.
Volveré a aspirar el suave aroma,
todo parecerá igual que antes
pero todo será otra cosa, será ahora.
Sentiré bajo mis pies la misma tierra.
Miraré los olmos verdecidos.
Oiré el bullicio, que lejano,
me recuerde la alegría que ha sido.
Me sentaré a fumar sobre tus bancos,
será la piedra que siempre he conocido.
Se parará el tiempo en un momento,
me sentiré feliz y protegido
¿Cómo olvidar las tardes luminosas,
cómo dejar de sentir la mansa lluvia,
cómo podría dejar de sentir mío
lo que me hizo tan dichoso y tan querido?
Recorreré de nuevo tus paseos,
sereno y despacio, absorbiendo
las sensaciones todas que me inspiran
las emociones profundas de una vida.
Caminarán conmigo mis amigos,
convocaré también a los perdidos,
a los que ya recuerdo y polvo son,
a los que tanto quiero y he querido.
Dejadme ver atardecer y mansamente
al sol recogerse con sigilo.
Dejadme sentirme enamorado,
dejad que el amor vaya conmigo.
Me quedaré inmóvil y sereno,
me quedaré en el tiempo suspendido,
será apenas un instante,
un momento intangible pero mío.
Después, me alejaré para seguir
caminando y desandando el camino.
Quizás no vuelva nunca a tu alameda,
no importa, pues ella va conmigo.
Tengo tanto de ella allí vivido.
Tiene tanto de mí y de mis amigos,
que separar lo uno de lo otro,
imposible separar lo otro de lo uno.
Hasta siempre espacio de mis sueños.
Hasta siempre mi encontrada Ítaca.
Resérvame un pedazo de tu suelo,
en él reposaré cuando haya sido.